jueves, 31 de mayo de 2012

Atacando y defendidendo el blanco equivocado

Mientras se hace más obvia la posiibilidad de que Michelle Bachelet no se presentará para la presidencia, los partidos aún parecen obsesionados con su imagen.


Todos sabemos que fue lo que no se hizo después del 27-F. Sin embargo aún existe confusiòn respecto a quiénes debieron haber dado las órdenes necesarias. Según el oficialismo, debió ser el ejecutivo, mientras que la oposición tira todas las responsabilidades a los organismos de respuesta de la ONEMI y las Fuerzas Armadas.
Para el público en general fallaron todos, y es difìcil que esa mirada cambie en el tiempo que queda hasta las presidenciales, a menos de que de verdad se revele algo importante durante ese tiempo.
Es a esta posibilidad a la que los bloques polìticos parecen estar aferrándose los bloques políticos, y la verdad uno tiene que preguntarse si es necesario.
Para empezar, la principal razón por la que los partidos han revoloteado tanto respecto a las responsabilidades de la fallida alrma de tsunami es la popularidad de Michelle Bachelet en las encuestas para la próxima elección. Sin embargo, eso hace este debate aún más innecesario.
Y eso no es sólo porque la estrategia del oficialismo para responsabilizar a la exmandataria del fiasco no ha funcionado, sino porque existe poca posibilidad de que ésta efectivamente vaya (o quiera) repostularse para la presidencia.
Esto también deja como tontos a la oposición, que apenas se ha movido durante los últimos dos años para buscar una alternativa a Bachelet, incluso Camilo Escalona, pidió que se le despejara el camino a la última, para el enojo de quienes ya aceptaron que la directora de ONU Mujeres no planea dejar su actual cargo pronto.
En segundo lugar, el oficialismo està perdiendo una oportunidad de oro para promover el avance en la reconstrucción, de hecho hasta podrían usar los daños indirectos del fallo de emergencias para argumentar que su trabajo ha sido más difícil y que aún así lo han podido llevar a cabo.  
La estrategia de la oposición de responsabilizar a otros organismos por lo ocurrido el 27-F tampoco ha tenido los resultados deseados. Si bien toda la población ya aceptó que el SHOA y la ONEMI estuviero npor debajo de las circunstancias, las Fuerzas Armandas no han sufrido mucho, de hecho la gente aún aprecia su actuación.
En el fondo, es probable que las concluciones de la comisión investigadora no cambien la opinión de nadie. No es que la opinión pública sea estúpida, de hecho está lejos de serlo, es sólo que ésta vió hace tiempo cuál iba ser su verdadero fin, darle la razón a uno de los dos bandos políticos y otorgar una ventaja de pie a las elecciones. El ciudadano es más racional de lo que se cree comúnmente, y no le dará mayor importancia a una discusión que está lejos de  mejorar su día.
Esta discusión es un ejemplo más de los problemas que tienen los partidos para determinar los asuntos de interés de la ciudadanía. Si bien las elecciones tienen un lemento primordial en la imagen de los candidatos, vale la pena preguntarse si se debe hacer una discusión como esta en torno a la imagen de una persona que probablemente no será candidata.

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